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"Tenía claro que era punki, que quería morir joven, hacer lo que tenía que hacer y vivir mi vid

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Fai algún tempo que coñecemos a S. Unhas moito máis tempo que outras, pero a muller é tan fodidamente simpática que nos roubou o corazón. E é lista como unha raposa, culta de carallo, pide na porta do supermercado, coñece a toda a xente e consume de vez en cando. Ela ten unha ideoloxía de ferro que a acompaña e así, mesmo durmindo nunha praza sen ninguén, nunca estivo soa. Ela é libre, aínda que ás veces séntese présa.

Chegamos á terraza do bar e pediu unha Estrella do tempo. E logo tirounos ao chan todas as suposicións sobre o duro que podería ser vivir nun triángulo de minorías: muller, sen teito e amiga das drogas.

Pois será que ás veces certas construcións sociais non son inherentes a nós, senón que forman máis ben parte do sistema puro e duro? Xa sabedes, deste mundo do capitalismo, dos que imos á universidade ou temos un traballo deses normais. Non será que alá fóra, na rúa, non é así todo tan malo como nolo pintan nas escolas? Dá que pensar.


Sen darlle máis voltas, que ás veces nos enleamos soas, vai transcrita aquí a conversa que lle pedimos a ela para regalárvola a vós. Encendimos a grabadora no medio da conversa para non esquecernos; nisto, a grabación comeza directamente así:


S.: (…) Mi consolador, una funda de puro que te cagas de buena que era (risas). Se portó conmigo… Mi mejor pareja, sí… era cojonuda. Claro, le regalas un puro a uno al que le mole y le dices “guárdame la funda”… Anda que no va a sospechar ni nada.


[Aquí despois comentamos unha serie de anécdotas sobre lendas urbanas de urxencias hospitalares e orificios. Aforrámovolo]


Punkostela – Bueno, imos ao lío. Primero háblanos de ti, ¿quién eres?


S. – Pos… Chámome [nome e primeiro apelido] Fraga, pero lo de Fraga ¡mejor lo dejamos! Y es de otro lado de la familia y no interesa. Pero bueno, me da igual, me da igual, que me da todo igual. Soy de Negreira, allí estuve hasta que saqué el EGB. Aprobé EGB y empecé a trabajar con 12 años vendiendo fruta en Negreira, me pagaban 5.000 pesetas de aquella cada domingo, ¡mucha pasta! Aún no existía mi hija, que ahora tiene 30… Imagínate, 5.000 pelas, yo tenía 14 o 15 años.


[Anécdotas persoais que preferimos salvar para nós, para o petit comité daquela terraza e daquel bar]


Me fui, me fui…


"El maletero lleno de monedas,

de 500 pesetas, de 100 pesetas,

calderos de estos negros del pescao

llenos de monedas que teníamos

que esconder por los montes."


Punkostela: ¡Tu historia vital!


S. : Ah, sí, pues nací en Negreira, trabajé en donde podía. Bueno, pues… sacar dinero pa casa, mamá enferma y 5 hermanos. No había más. Después, ya… Yo mi vida… Yo cuando acabé EGB me fui pa Coruña interna pa una casa porque no había contratos, no sé qué, no se qué, entonces me fui pallí, estuve dos años cuidando dos niños.


Aprendí un montón porque, a ver, en casa tú haces tus cosas. Pero otra cosa es llegar a una casa y tener que hacer todo: levantar a los niños, hacer la colada, hacer la comida pa un abogado. ¡Si comían la fruta a cuchara y tenedor! Yo en mi vida había visto nada así. Me vino con un vestidito y una cofia y yo le dije: lo siento, yo no me pongo eso. Yo vengo a cuidar de dos niños, no a dar de comer a un señor.


Estuve dos años allí interna, ganaba 10.000 pesetas que venían íntegras pa casa de mis padres. Porque yo solo tenía un día libre en la semana, estaba en Juan Florez y allí es donde estaban todas las discotecas. Y claro, joven, espabilada, no sé qué, a mí me sobraba la pasta. Venía de tomar una copa contigo: “mira, hasta ahora, nos vemos, voy al baño”. Y estaba con el otro, y ya me tengo que ir, que ya se me acabó el tiempo. Lo normal.


Bueno, pues yo dentro de mi tontería siempre fui… Pero mi vieja un día vio que mis amigos y mi vida iban a afectar a mis hermanos en el plan de: si la dejo a ella fumar y salir, tengo que dejar a su hermana y era un peligro. Me fui po… Trabajé 16… Pues iba a cumplir 18, tendría 17 y medio. “Vete a buscar a tu madre de la tierra, haz tu vida, aquí siempre tendrás tu casa, tu familia”. Y es verdad, ¿eh? Siempre me abrieron la puerta.


"Mandé todo a la mierda y me largué.

Yo estuve como dos años por ahí:

Valencia, Alicante, Murcia, Villena,

Gandía, Barcelona, Bilbao..."


Punkos: ¿De aquellas ya…?


S. : ¿Consumía? Fumaba porros. No, no, heroína no, estaba en el pueblo, no había… Yo estaba atada en una casa con unas normas, un trabajo. No, fumaba porros y tal y me gustaba probar, pero nunca conocí la heroína en Coruña hasta que dejé ese trabajo. Cumplí 18 y me fui pa Lugo, a Viveiro. Ahí conocí a mi marido, tuve a mi hija, pero cuando conocí a mi marido empecé a conocer la heróina. Íbamos de palos en máquinas tragaparreras, de bares.


Lo exigí yo, de hecho yo nunca fumé, siempre me la puse por la vena. Yo me quería chutar. Menos el primer día, bueno, él me lo puso. Pero joder, ¿cómo sé si me gusta si no lo he probao? Pero claro, despós… me gustó y ya cuando quería cogía la buscaba yo y me la ponía.


Y tenía un buen trabajo, estaba trabajando bien y seguía mandándole dinero a mis padres. Hasta que decidí sacar el carné de conducir. Mi padre empezó a poner problemas. “Hostia puta, ¿entonces yo qué soy aquí?” Y ya me planteé, “S. , haz tu puta vida, busca la puta madre de la tierra que te dijo tu madre, que yo no sabía ni quién carallo era la madre de la tierra. Y ahora, desde los 50 años que tengo, pues sí. La madre de la tierra es esto [xesto de voar, ser libre]. Entonces me sirvió pa ser más fuerte porque… non tes outra. No, tienes que defenderte tú si quieres porque sabes que mañana puedes estar sola igual. Porque los colegas están cuando hay, cuando no hay no hay colegas.


Después de Lugo me quedé embarazada, ahí es cuando estábamos dando palos. Sí, íbamos a las tragaperras, bares, recorríamos toda Galicia. Yo y la cuadrilla en un Corvette azul con asientos de piel que se quemaron en un Santiago Apóstol. A Antoñín le cayó una piedra del peta y quemó el asiento. El maletero lleno de monedas, de 500 pesetas, de 100 pesetas, calderos de estos negros del pescao llenos de monedas que teníamos que esconder por los montes. ¡Que a veces no encontrábamos todos! Tías, pues se quemó el asiento y claro, la gente que pasaba por allí por Santiago, aquí, que era muy bueno el Santiago Apóstol. Pues se quemó el asiento y los transeúntes llamaron a la local. Apagaron y se la llevaron, se llevaron el Corveta. Bueno, Antoñín, Cometas y yo fuimos a buscarlo porque éramos los que mejor presencia teníamos. Pero el maletero estaba tope de monedas, íbamos así [xesto de estar chea de medo, cos ovarios na gorxa]: ¿Abrirían el maletero? ¿No lo abrirían? ¡Antoñín, te vas sentao en el suelo, ahora no hay asientos!

...No lo abrieron [risas].


Tiramos las llaves en la ría de Viveiro. Pos alí tiramos as… Yo de aquellas ya estaba embarazada, ya había tenido un aborto, o sea estaba embarazada de 4 meses y ya decidí dejar todo. Decidimos dejar pal niño este, pero a los 4 meses tuve un aborto. Estaba haciendo un churrasco allí en el río y tuve un aborto y empecé a sangrar y sangrar, en el coche, me fui pal río, no paraba.


[Aparece un coñecido] ¡Hola…! [Saludos]


Bueno, ¿dónde estaba?


Punkostela: Eh… ¿Por el aborto?


S. : Ah, vale, sí. Pos fue un palo, por mí ya estaba, ya era mío, ¿sabes? Ya… joder, ya está. Porque yo quería ser madre joven, digo “S. , si quieres morirte a cierta edad, no sé, espabila”. Siempre lo tuve muy claro, que era punki. Lo tenía muy claro, muy clarísimo, no sé por qué. Tenía claro que era punki, que quería morir joven, hacer lo que tenía que hacer y vivir mi vida a tope.


Punkostela: Y dejarlo todo hecho


S. : Equilicuá. No sé qué cojones más quiero hacer, si yo me quiero ir ya, pero bueno. Me quiero morir ya, pero no hay tu tía [risos]. Po zí, tronca. Bueno, sigamos….


Punkostela: Sí, luego te fuiste de Lugo. ¿Por qué te fuiste?


S. : Me separé de mi marido porque al año de nacer la niña él cogió una condena por dos años de cárcel entonces yo me vi sola y buscándome la vida con la casa que había adquirido, bueno, el alquiler, comprar una lavadora, comprar una nevera… Que de aquellas yo lavaba gasas de pañales. Y él: “¿Y pa qué quieres una lavadora?” Joder, hijo de la gran puta, po pa lavar los pañales, por ejemplo, ¿qué te parece? “¿Y pa qué quieres una nevera?” Joder, pa no ir todos los días a comprar el puto plátano y manzana pa hacerle el zumito a la nena, o la papilla, joputa, ¿pa qué va a ser?


Bueno, él quería vivir con sus padres, era un niño de mamá. Dirígeme y yo voy. Hombres manejables. Un chico que no sale de casa de mamá hasta cierta edad tiene que darte de pensar.


[Despois dunha longa sesión de chistes parvos de todas nós e un par de comentarios persoais que gardamos tamén para o cariño, isto é o que segue]


¿Onde estamos ahora?


Punkostela: Pues…


S. : ¡Ah, bueno! Me fui porque lo encarcelaron, tatatá, arruinó la casa que yo había alquilado, vendió lo que yo había comprado. Pero… no, esto se acabó, fillo. Bueno, de Lugo, después de arreglar los papeles y toda la mierda esa, miré en el periódico. La Voz de Galicia: “Mazaricos, se busca camarera”. De puta madre. Me fui pallí, me daban alojamiento y todo, 50.000 pesetas, aunque yo no sabía ni dónde era Mazaricos. Sabía que era por aquí, por Val do Dubra y que es el nombre de un pájaro. El mazarico, sí, hacen una fiesta que te cagas en el embalse de no sé qué. Buah, qué fiestas.


El segundo día fui a trabajar con tres puntos en una ceja. Me llevó el camarero, un chavalín, a Santa Comba. Acabamos de currar, fuimos pa la disco, viene un tío y me toca el culo. Yo me di la vuelta… Yo llevaba la cresta, entonces no se sabía si era chica o chico. Pero al tío pa tocarme el culo le valía, pa la hostia no, pero pa tocar… Entonces yo me di la vuelta y le solté un puñetazo. Pero en vez de dárselo al que me dio, le di al colega y el que venía detrás del que yo le di, que no era el que me había tocao [risos], pues me metió una hostia en la ceja y eso sangraba… Aparte que se me bajó, vamos. Pero el otro también se fue guapo.


Después me salvó que vinieron al día siguiente por el bar porque el camarero los conocía. “Tío, que empezó ayer, que vino de Viveiro, joder”. Y guay, muy bien, estuve allí muy bien. Ellos vinieron al bar, si sí, le explicaron a la jefa que pensaron que era un chico y salió todo redondo. Además, llegué a las 8 de marcha y a las 9 menos poco venían ellos, genial. Yo ya me había duchao, ya todo, ya estaba currando. Pero guay, guay. Con un ojo morao también.


Bueno, eso fue después de irme de allí. Luego, bueno… Pues empezó un proceso de culpabilidad. De “lo hice mal”, o de “fue culpa mía” o de… no sé. Y me largué pa Valencia. Mandé todo a la mierda y me largué. Yo estuve como dos años por ahí: Valencia, Alicante, Murcia, Villena, Gandía, Barcelona, Bilbao, p’arriba y p’abajo. Todo por la costa, siempre por la costa. ¡Hasta Almería! Luego estuve con un árabe por allí abajo, me quería follar el hijo de puta y era enorme. ¿Qué? ¡Yo no voy! Porque si no vamos a tener problemas [risos].


Y como siempre iba sola, dormía sola, ¿sabes? Yo iba con todo el mundo pero cuando llegaba mi hora cogía mi mochila, mis cosas, casa no tenía. Me buscaba un sitio que yo veía, no decía a nadie dónde dormía ni nada. Un día me cogí un come etílico y ya me caí allí en la plaza y desperté en el hospital de Alicante, de San Juan. A las 5 de la mañana me echaban fuera: “¿Pero adónde voy, dios mío, si me muero de hambre?” [risos]. “Fuera, fuera, ya está usted bien de la borrachera”. Porque cuando me fui no me metía. No. No me metía caballo, no. Porque yo siempre tuve una bombilla… Mi madre se quemó cuando estaba yo en Ribeira… Bueno, vamos seguir con esto que si no ya no…


¿Dónde estábamos? Porque fu, tengo una historia que te cagas.


"Es lo mismo porque en la calle abusan de tíos y de tías"


Punkostela: Vamos al meollo si quieres, ¿cómo es vivir en la calle siendo mujer? ¿Tuviste más problemas que si fueras un chico en la calle?


S. : Creo que tengo ventajas.


Punkostela: ¿Ventajas? ¡Explícanoslo!


S. : Sobre todo si te das a respetar, ¿sabes? Te das un poco de nivel, pero eso es en todo en la vida. Pero no te puedes estar dando nivel y llegar borracha a su lado e ir a dormir a su lado. Porque te has quitao todo el mérito que te has ganao. ¿Responde eso un poco?


Punkostela: Sí que responde, pero sorprende.


S.: Que lo entienda yo bien.


Punkostela: No sabemos decirte… Pensábamos que algunas cosas, aunque parezcan tonterías, podrían ser una desventaja para una tía que vive en la calle que un tío no tendría. Cambiarte un tampón. O dormir sola por ahí, cuando estás sola o duermes sola por la noche…


S. : Pues con la regla ya sabes cuándo te va a venir. Me iba a un bar, me hacía compresas con papel higiénico. ¿Qué me surgía un tal? Pues si había una camiseta hacía unas tiras con camisetas para hacer compresas como hacían las abuelas y tatarabuelas, hasta que podía ir a robar unos tampones o buscarme la vida y comprarlos.


[Pasa outro colega de S. ¡Hasta luego!]


Punkostela: ¿No te molestaban en la calle más por ser mujer?


S. : Es lo mismo. No. Es lo mismo porque en la calle abusan de tíos y de tías. Una vez quemaron a una amiga en un cajero, quemaron en Ourense a un colega en la puerta de la iglesia porque el tío quería volver pa Teixeiro. ¿Pa eso lo matas? ¿Pa volver a encerrarte? Para eso métele una hostia al madero antes de salir y ya está.


"Entonces me siento presa otra vez

y esto me genera una mala hostia que no me deja vivir"


Punkostela: Tú pesas unos 30 kg, ¿no te sentías insegura por si te daban unas hostias o algo así?


S. : Cariño, tienes que buscar a la gente, fijarte tú quién es. Mira, yo hablo mucho, pero escojo a la gente que tengo a mi lado, ¿sabes? No me dejo relajar, o si tengo pa consumir no me coloco a toquear con alguien que sé que no puedo confiar, ¿entiendes? Pa eso me voy yo sola, me la meto yo sola… Y toqueo yo sola porque sé que estoy controlada. ¡O tenía a mis perros siempre! El perro siempre, aunque fuera chiquito, destos de “guaguaguagua”… Ya me daban el agua pa coger mi navaja, pa estar protegida.


Y lo de la desventaja física lo dirás tú [risos]. En la calle hay tíos que están más en desventaja que muchas tías. Que yo en Alicante movía a cuatro tías que trabajaban de putas, que eran gallegas. Hasta que una me hizo una jugada y le dije: mira, os vais a ir a la mierda. Pero yo estaba allí en la plaza, sola, y me entraba un tío, porque era la que mejor pinta tenía… “Yo no, pero mira aquella chiquilla, la María…” Y ya está. Y a ellas les daba mil pesetas y yo me quedaba una parte y amañábamos.


Yo me protegía a mí misma. Buscaba el sitio, buscaba… que no pudieran acceder a mí donde estuviera. Vamos, no tenía prisa por acostarme. Y si no, si no me puedo mover porque estoy muy puesta, pues me quedo en una plaza o en un sitio que se me vea. Que me vea la madera, que están todo el puto día tocando los huevos, que me vigilen ahora.


En la calle un tío a veces tiene que demostrar más que una mujer, porque yo iba a la barriada y no tenía miedo. Iba a cualquier barriada sin miedo a nadie. ¿Qué me vas a hacer, hijo de puta? Te voy a meter un mojao igual. Entonces muchos chicos me pedían que fuera a comprar. Porque ellos al bajar les daban el palo y es más difícil. Hombre, procuras lo que te digo, ir con seguridad. Es como un perro, tienes que mostrar seguridad, ser firme. “Es que tu perra muerde”, sí, no te jode, y tú eres parvo.


Punkostela: Vale, entonces ser mujer en la calle no te parece que sea una desventaja.


S. : A ver, a ver, la mayoría sí. La mayoría se desvalora muchísimo porque vienen de una vida chunga, muy, muy chunga o porque la buscan ellas. Mira ahora la chica esta que murió. Le dan la RISGA y se pone a consumir todo junto. ¡A ver, te estás buscando tú tu destino! Yo tenía mi hija y decía: ¡Sh! Como estoy ahora solo querría irme parriba contigo, estar bien. Me decía: “Joder, tienes 30 años, ya tienes todo, ¿cuándo vas a levantar cabeza, hija de la gran puta?” Entonces me siento presa otra vez y esto me genera una mala hostia que no me deja vivir. Y ahora vuelvo a estar consumiendo. Pero si dejo que me duela esto, no puedo ayudar.



Punkostela: Siempre nos dices que eres anarkista. ¿Por qué?


S. : Soy. Porque estoy en contra de toda esta mierda.


Punkostela: ¿Cuál crees tú que es la mierda?


S. : Pues el fútbol y todo lo que está montao. Porque me parece una jugarreta todo, una burla, una estupidez. Y como eso muchas cosas. Que no pueda ir al baño con mi nieta porque no eres cliente. Esas cosas. Son una mierdita, pero son esa mierdita.


Punkostela: ¿Qué es lo que está jodiendo el mundo?


S. : ¡El ser humano! [Risos] A lo bestia, vamos.


Punkostela: ¿Cuál será la solución final?


S. : Joder, primero, sacar al Trump. Decirle: “oye, aquí tenemos un poder y este señor ahí no puede estar”. Y desde ahí, ya no podemos hablar de nada más en política. Porque si permitimos que esté ese tío ahí, que lo está permitiendo toda la comunidad, ¿o no es una comunidad? Pos desde ahí, ¿qué más quieres que te diga, tía? De ahí pabajo, ¿qué te digo? ¿De Urdangarín, del Bárcenas? ¿De quién te hablo?


Mira, asistentes sociales, otra mafia. Sí, señora. Viene la señora con el carro y se lleva la ropa pa casa. Yo me voy a duchar allí todos los días y no tiene cona a darme unas mallas. Porque me quiere vestir de 50 años o su puta madre. Y viene con el Mercedes, en una furgalla desas. ¡Médicos sin Fronteras! Otra puta mierda. Que yo los viví en Barcelona y sé quiénes son. Y yo cuando trabajaba, daba mil pesetas siempre. Hoy por hoy, si llego a tener, no doy un puto duro. Voy y les daré yo o mimá, pero esa gente son mafia. Todos son una puta mafia.

"¡Pues como venga con un bazooka

va a salir la abuela en la tele,

a ver si se va a morir la S. pa algo,

hostia puta!"


Punkostela: Ah, esta semana hablábamos de la policía ¿Y la policía qué? [Risos]


S. : ¡Buo! ¿Quieres que te comente? Hubo una época en la que oía un “tiririrí” de un walkie-talkie y ya tenía agresión, agresión, agresión, agresión, agresión, siempre. ¡Siempre! Siempre que hay “tiririrí” hay agresión a gente. Porque es algo que ya… Tú estás de fiesta, de puta madre, y de repente te viene un tío cuadrao ahí al lao, ¿te jode la fiesta o no te la jode? Pues ya mira, estamos manifestándonos, estamos tranquilos, ¿a qué cojones venís todos con escudos? ¿Nos veis a nosotros con lanzallamas acaso? ¡Pues como venga con un bazooka va a salir la abuela en la tele, a ver si se va a morir la S. pa algo, hostia puta! Y no va a ser de sobredosis. O como dice el otro: doble dosis, no sobre dosis.“Non sei como ajuantas tanto”. Pois ajuanto, aquí me tes. Pero no puedo con el alma… puedo con el cuerpo y con la mochila, pero no puedo con el alma.


Punkostela: No sé si te das cuenta pero, con todo lo que nos acabas de contar, está claro que viviste mucho. ¿Cómo no vas a estar cansada?


S. : ¿Cuántos años tienes?


Punkostela: Tengo 26.


S. : Eres una nena, ¿qué quieres que te cuente? Bueno, cuando queráis seguimos. Si mañana venís tempranito y queréis perfeccionar algo, yo a las 10 estaré por aquí.


Punkostela: ¿Lo pasaste bien?


[Pero non responde porque está cantando e dándonos bicos de despedida, non vaia ser que perda o bus. ¡Ostras, casi nos esquecemos de sacar alguna foto!]


S. : ¡Quítame guapa! ¡A ver, saca otra, que quiero escoger una bonita! Gracias. ¿Puedo ver una? ¡Ay, qué vieja estoy! Este flequillo tan recto… A ver si medra [risos]. Siempre lo paso bien, tía. ¡Boh, vete a la mierda! Chicas, un placer.

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Queres ver máis?
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